Odilon Redon,
Calle en Samois, 1888, óleo sobre tela, Museo Van Gogh, Amsterdam
Dijo Redon de su
obra: “He hecho un arte a mi parecer. Lo he hecho con los ojos abiertos a las
maravillas del mundo visible y, a pesar de lo que se haya podido decir, con la
constante preocupación de obedecer a las leyes de lo natural y de la vida.”
Dijeron otros de
él: “…[L]os colores tienen en Redon una vida esencial y primordial,
considerados en el absoluto del espacio, y solo se le aparecen, brillando más
allá de la noche de los tiempos y de las sombras, como mágicos y magnéticos:
los custodios del Misterio.”
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