La memoria

Rene Magritte, La memoria, 1948, óleo sobre tela, 59 x 49 cm 

Nocturno

James McNeill Whistler, Nocturno, 1879-1880, aguafuerte, 20 x 29,5 cm. 

University of Michigan Museum of Art, Ann Arbor

Anciana

Hans Memling, Retrato de una anciana, 1468-1470, óleo sobre madera, 25.6 x 17.7 cm, Museum of Fine Arts, Houston 

Alexander

Alexej von Jawlensky,  Retrato de Alexander Sakharoff, 1909, óleo sobre tela,  69.5 × 66.5 cm, Städtische Galerie im Lenbachhaus, Munich

Casas

Paul Cezanne, Casas en L'Estaque, 1880, óleo sobre tela, National Gallery of Art, Washington

Shorty

Jamie Wyeth, Retrato de Shorty, 1963, Colección privada

La vuelta inesperada

Ilya Repin, El visitante inesperado, 1884-1888, óleo sobre tela, 167,5 x 160,5 cm, Galería Tretyakov, Moscú

Cuesta encontrar una pintura en occidente que iguale la cantidad y diversidad de emociones que se reflejan en esta obra. Las miradas de siete personajes convergen en una sala de una casa rusa de fines del Siglo XIX. Sabemos que el hombre que avanza en la sala es un exiliado político que regresa al hogar. Su ropa roída, sus botas descosidas, su cara mal afeitada, indican que vuelve casi como un mendigo. Atrás, dos criadas que lo han hecho pasar no quieren perdese detalle del reencuentro. 

  

Apenas vemos el rostro de la criada del fondo; sus ojos, sin embargo, sugieren pena. La mirada de la mujer de delantal blanco, la mano todavía aferrada a la manija de la puerta, es más compleja: vemos estupor y reproche. Junto al piano, al fondo, una mujer joven (su esposa), no puede creerlo; su sorpresa es enorme y está a punto de ponerse de pie de un salto. Los chicos (sus hijos), al costado, muestran reacciones distintas. El varón parece a punto de gritar "¡Papá!". La nena, por el contrario, se muestra reacia, casi temerosa, como si no pudiera creer que el mendigo que avanza forme parte de su familia. 

El único cruce de miradas de toda la escena ocurre entre el exiliado y su madre. El gesto del hombre parece decir: "Sí, soy yo". Por el contrario, no alcanzamos a apreciar el rostro de la madre. Su brazo izquierdo está apenas levantado; no sabemos si busca apoyarlo en el sillón o levantarlo para abrazar al hijo. En un segundo más la escena se resolverá de un modo u otro; todo parece depender de la actitud de la madre. La imagen parece el final abierto de una obra de teatro.

El mar...

Mostafa Dashti, sin título, 1993

Dashti nació en 1960 en el Baluchistán iraní. Hasta fines del siglo pasado pintó los desiertos de su país en obras que indagan sobre la infinitud y el vacío. Su mirada provoca vértigo, extrañamiento y melancolía. Le gustan los azules y los rojos, el color de la arena y el del asfalto caliente.

Antonin Proust

Anders Zorn, Retrato de Antonin Proust, 1888, óleo sobre tela, 106 x 138 cm, colección privada

Los cuadros del pintor sueco Anders Zorn impresionan por el vigor de la pincelada, la naturalidad de los personjes y las complejidades de la luz en las composiciones. En esta obra el personaje retratado, el periodista y político francés Antonin Proust, aparece levemente descentrado, casi se diría en movimiento, en virtud de la direccionalidad predominante de las pinceladas del fondo. 

Venus dormida

Giorgione, Venus dormida, 1508-1510, óleo sobre tela, 108,5 x 175 cm, Gemäldegalerie Alte Meister, Dresde

El paisaje detrás de Venus fue terminado por Tiziano a la muerte de Giorgione. Ante una de las obras más bellas creadas por el hombre, se impone la contemplación serena y el silencio.

Autorretrato

Jackes-Louis David, Autorretrato, 1791, óleo sobre tela, 64 x 53 cm, Galleria degli Uffizi, Florencia

Laurette

Henri Matisse, Laurette de verde sobre sillón rosa, 1917, óleo sobre tela, 73 x 100 cm, colección privada

La madre de Kuzma

Kuzma Petrov-Vodkin, Retrato de A.P. Petrovoy-Vodkin, madre del artista, 1909

Safo

Charles-Auguste Mengin, Safo, 1877, óleo sobre tela, 230 x 151 cm, Manchester Art Gallery, Manchester

Todo es oscuro en esta pintura. El mar quieto, la roca desnuda, los pájaros, el cielo, el pañuelo en la cabeza y, sobre todo, la mirada extraordinaria de esta Safo pensativa, reconcentrada, melancólica, doliente.  

El bajo

Jules Dupré, El bajo anegado, 1870-1880, óleo sobre tela, 22,5 x 15,7 cm. Colección privada, Luxemburgo

Lamentación

Giovanni Bellini, Lamentación sobre el Cristo muerto, ca. 1500, 

óleo sobre madera, 76 x 121 cm, Galleria degli Uffizi, Florencia
(click sobre la imagen para ampliar)

La imagen tiene más de 500 años y muestra a siete personas dolidas junto al cadáver del Cristo recién muerto. La paz de su rostro no alcanza a matizar tanto desasosiego. El dolor de los deudos es creíble y diverso: hay compasión, angustia, preocupación, miedo, recogimiento, desolación y empatía. No hay un solo cruce de miradas; el silencio se palpa; cada uno desgrana sus sentimientos en soledad. Las sombras de los rostros contrastan con la luz concentrada en el pecho del muerto.