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sábado, 5 de septiembre de 2015

Sastre


Albert Anker, El sastre de la aldea, 1894, óleo sobre tela, 53 x 42 cm, Kunstmuseum Solothurn, Suiza


Hemos visto personas así realizando los trabajos más diversos. Hemos hecho silencio ante la grandeza de sus obras, aún las más humildes. Nos ha conmovido una concentración casi mística en tareas cuya cotidianidad oculta su significado. Nos hemos sentido agradecidos ante la sola existencia de esta gente, capaces de imprimir al Cosmos un orden trascendente, un ritmo luminoso y puro.